Me alegro que museos del Vaticano haya puesto este restaurante en su plaza. Me dicen que el gerente de ahora es nuevo y está gestionando bien el negocio y está cuidando mucho mejor a sus empleados. A diferencia del anterior. Esto da como resultado un personal amable y feluz en su teabajo. Desde la persona que te recibe hasta los camareros. En especial Davide que han sabido asesorarnos lo que podiamos comer y gracias a él hemos comido unos exquisitos mezze manche allá carbonara y una lasagna de pasta fresca. Recomiendo el lugar y es un lugar de descanso para seguir viendo los museos del vaticano. El precio. Lo normal de estos sitios tan especiales.